Dos grandes mandamientos de Jesús
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Jesús les dio a sus discípulos dos grandes mandamientos cuando estuvo en la tierra. Aunque los 10 mandamientos son importantes, Él los resumió fácilmente para nosotros en Mateo 22:36 - 40: "Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le contestó: Amarás al Señor tu Dios con tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer gran mandamiento. El segundo es parecido a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Todas las leyes y profetas dependen de estos dos mandamientos".
El primer mandamiento - Amar al Señor
Aunque ambos mandamientos son intrincadamente unidos, Jesús priorizó el primer mandamiento por encima del segundo. Los mandamientos de amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y pensamiento quizá resuma los primeros cuatro de los diez mandamientos. Aunque debemos seguir los diez mandamientos no nos salvan o nos llevan al . Cuando tenemos el amor de Dios con nosotros podemos compartirlo con Dios y con otros.
El segundo mandamiento - Ama a tu prójimo
La segunda parte del mandamiento nos enseña a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y cubre a los otros seis de los diez mandamientos. Básicamente, este pasaje nos dice que tratemos a otros como queremos ser tratados. Al hacer esto, automáticamente obedeceremos varias leyes que se relacionan con las personas como: no robar, no cometer adulterio, no matar e incluso no decir mentiras.
Énfasis
Al menos para este tiempo histórico y para la cultura judía, esta declaración fue radical. Los judíos se concentraban en obedecer cada ley y regulación sin importar que tan pequeña fuera, de acuerdo con la tradición. Jesús enfatizó dos aspectos separados de los mandamientos. Primero, Él utilizo la palabra "todo" cuatro veces en el verso 37. Jesús le pidió a sus discípulos darlo todo a Dios completamente y totalmente. Segundo, Él enfatizó el uso de la palabra "tu". La aplicación práctica y participación del individuo requieren específicos compromisos individuales.
El buen samaritano
En Lucas 10:30 -37, la parábola del Buen Samaritano da un ejemplo de lo que Jesús quiso decir cuando habló acerca de amar a tu prójimo. En sus , unos ladrones golpearon y lastimaron severamente a un hombre judío y lo dejaron medio muerto al lado del camino. Dos líderes diferentes religiosos de esos días pasaron sin detenerse a ayudarlo. Pero finalmente, un samaritano atendió sus heridas y las vendó, lo llevó a un mesón para cuidar y pagar todos los gastos hasta que sanara. Tradicionalmente, los judíos despreciaban a los samaritanos y los veían como de menor clase. En este caso, el samaritano fue el que actuó en realidad como un buen prójimo.