En mi último post, mi amigo Daniel Afanador me
dejó este comentario refiriéndose a escapar del callejón sin salida:
Cuando finalmente tomamos la decisión de hacer ese gran cambio, nos empezamos a sabotear a nosotros mismos con preguntas como: ‘¿Es esto lo que yo quería realmente? ¡Pero si antes no me faltaba nada!’
Es como una etapa crítica que aparece tan pronto como salimos de nuestra zona de confort, que muchas veces uno no sabe cómo enfrentar y que puede durar varios meses. Hay gente que no puede con ello y deciden volver a lo mismo de siempre. Pero creo que cuando eres capaz de superar esa etapa ya no hay nada que te detenga.
¿Cómo crees que se debe lidiar con ello o qué opinas?
Me ha parecido tan interesante la pregunta de Daniel que he decidido dedicar el post de hoy a contestarle
Mi experiencia personal
Soy una persona que ha vivido grandes cambios en los últimos años:
- Pasé de ser estudiante en España rodeado de amigos a trabajar en Estados Unidos en una ciudad en la que no conocía a nadie
- Pasé de trabajar como programador para una gran compañía a dejar ese trabajo para montármelo por mi cuenta como bloguero/escritor/marketer
- Pasé de llevar una vida estable, con residencia fija, coche, y un horario de 9 a 5, a viajar por el mundo solo y con una mochila como único equipaje
Por eso, conozco muy bien la fase de la que habla Daniel de preguntarte una y otra vez si has metido la pata hasta el fondo, y de repetir aquello de “y a mí quién me mandaría, ¡con lo tranquilito que estaba yo antes!” De hecho, escribí en más detalle sobre ello en
uno de mis posts más personales.
Personalmente, creo que es algo perfectamente normal. A todo gran cambio le sigue un periodo de transición, que suele venir acompañado de inestabilidad emocional y dudas. Considéralo una etapa que hay que superar, similar al estar triste cuando sales de una relación amorosa.
Lo que no veo normal ni sano es vivir durante meses (o incluso años) arrepentido y con dudas sobre tu decisión. Si te encuentras en esa situación, seguramente tengas unas expectativas o creencias erróneas, o puede ser que te embarcases en ese gran cambio por los motivos equivocados.
Por eso, hoy me gustaría compartir contigo las lecciones que aprendí durante esos periodos difíciles de mi vida y las creencias que me ayudaron a superarlos sin perder la cabeza.
Para simplificar, y porque fue sobre lo que escribí en
Un callejón sin salida, voy a centrarme especialmente en el área laboral, pero la información es aplicable a cualquier otro gran cambio (pareja, lugar de residencia, situación personal, etc.).
Si estás pensando en (o acabas de) dar un gran cambio de timón en tu vida, lo que viene a continuación te interesa: voy a explicarte las 5 cosas que debes tener en cuenta antes de cambiar de vida a los 50, a los 20 o a cualquier edad.
1. Ningún trabajo, proyecto o situación es perfecto. Todos los caminos tienen sus pros y sus contras
“¡Sigue tu pasión!”
Cuánto daño ha hecho esa frase…
Mucha gente lee a los grandes gurús del “haz lo que te apasiona” y llegan a la conclusión de que, escondido en alguna parte, se encuentra su trabajo perfecto. Un trabajo que, una vez que lo encuentres, hará que todo encaje como un puzzle: estarás siempre motivado, harás tus tareas diarias sin ningún esfuerzo y vivirás con una sonrisa permanente en la cara.
Si eres de los que se ha creído esa historia, siento romper tus ilusiones, pero debo decirte que no existe el Santo Grial que buscas.
La cierto es que ningún trabajo, por muy bueno que parezca, es perfecto:
- Si quieres que te paguen más, te exigirán más
- Si quieres más poder, te pedirán más responsabilidad (y más estrés)
- Si quieres más libertad, necesitarás más disciplina
- Si quieres algo fácil, será más aburrido
- Si quieres algo desafiante, será más difícil.
Todo, absolutamente todo, tiene sus pros y sus contras, y por mucho que te apasione lo que haces, siempre tendrás días malos, cosas que te no apetezca hacer y momentos en que querrás mandarlo todo a la mierda. Así que revisa tus expectativas si no quieres darte de bruces con la realidad.
La clave está en tener claro qué es lo quieres y cuáles son tus valores. Pregúntate qué es lo más importantes para ti en tu trabajo y busca algo que se acerque lo máximo posible a esa descripción. De esta manera conseguirás estar mayormente satisfecho la mayor parte del tiempo.
Conclusión: si te preguntas “¿cómo cambiar mi vida?” la respuesta no es siempre “hacer lo que te apasiona”. Si te quedas cerca y disfrutas haciendo lo que haces, ya eres más que afortunado.
2. Hagas lo que hagas, siempre te sentarás sobre el mismo culo
Cuando tenemos un problema tendemos a buscar soluciones en el exterior, sin pararnos a pensar que quizá –sólo quizá– el problema lo tengamos nosotros.
Esto suele darse mucho con el tema del trabajo. Creemos que es la causa única de nuestra infelicidad y que “si consiguiésemos ese otro empleo tan bueno ENTONCES todo sería fantástico y maravilloso.” Sin embargo, cuando por fin lo conseguimos, nos sentimos igual de vacíos que antes porque el problema no estaba en el trabajo, sino en nuestra actitud frente al trabajo o en que teníamos unas expectativas irreales, como vimos en el punto anterior.
Esta misma situación es aplicable a muchos otros aspectos externos de nuestras vidas, como por ejemplo la relaciones (si estuviese con esa chica ENTONCES…), el dinero (si ganase 1000 euros más ENTONCES…) o las posesiones materiales (si tuviese ese nuevo coche ENTONCES…).
Es cierto que muchas veces el problema SÍ es el trabajo o algo externo (yo soy el primer partidario de
irse una temporada a Tailandia para salir de un entorno tóxico), pero es algo sobre lo que conviene pensar tranquilamente antes de tomar una decisión drástica.
Una buena manera forma de distinguir entre ambos casos es hacerte la siguiente pregunta:
“¿Estoy huyendo de algo o de verdad quiero eso?”
Sé brutalmente honesto contigo mismo; al fin y al cabo, tú eres el único que sabe la respuesta correcta. Y recuerda: intentar huir de ti mismo utilizando un trabajo como excusa es inútil, porque hagas lo que hagas siempre te sentarás sobre el mismo culo.
3. Hay una gran diferencia entre que te guste LA IDEA de hacer algo y el REALMENTE hacerlo
Los primeros meses de una relación amorosa suelen ser maravillosos. Presa del enamoramiento, idealizas a la otra persona y crees que has encontrado a la pareja perfecta. Tu mente sólo es capaz de ver sus virtudes y oculta sus defectos, y mientras dura la ilusión vives en los mundos de yuppie, donde todo es de color rosa y los unicornios trotan felices por las calles.
Pero poco a poco, la neblina se va despejando y llega un día en que te das cuenta que esa persona especial no era tan perfecta como creías. También se tira pedos, tiene sus días malos y hay aspectos de su personalidad que no te gustan. Ahí es cuando empiezan las discusiones, las peleas y esas cosas tan divertidas.
Cuando te enamoras perdidamente de alguien a los 15 años no te enamoras de la persona, sino de la idea que tienes de esa persona, y con los trabajos pasa exactamente igual. El problema está en que hay una gran diferencia entre que te guste LA IDEA de un trabajo y realmente HACER ese trabajo:
La mayoría de cosas parecen mucho más atractivas de lo que son realmente. Por eso, antes de decidirte por un trabajo que no conoces y que en apariencia es maravilloso, te recomiendo que hables con alguien que ya haya seguido el camino que tú quieres seguir.
“Respeto mucho lo que estás haciendo, pero imagino que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. ¿Te importarías compartirlas conmigo? Sabiendo lo que sabes ahora, ¿merece la pena?”
De esta manera podrás examinar la decisión sin idealizarla y tomarla SÓLO si es realmente lo que quieres hacer.
4. Siempre que puedas, prueba primero
En el mundo del software, los tests están a la orden del día. Todos los programas se prueban en un entorno controlado antes de salir al mercado para comprobar que funcionan correctamente.
Afortunadamente, tú puedes hacer lo mismo con tu vida. Antes de tomar una decisión importante que no tenga vuelta atrás, puedes hacer pequeñas pruebas para saber si realmente es lo que quieres. Esto es algo que te recomiendo especialmente si estás pensando en dejar tu trabajo para empezar
un negocio online.
Ahora que se ha puesto de moda lo de ser emprendedor, todo el mundo quiere montar algo en Internet. La red de redes tiene un bajo coste de entrada y la idea de tener más control sobre tu vida y crear algo por ti mismo suena muy atractiva, pero como vimos en el punto anterior el emprender es un pack completo que viene con otros componentes que no son tan bonitos: decisiones, responsabilidad…
Hay mucha gente que pasa de líos y prefiere trabajar 40 horas a la semana a cambio de un sueldo seguro a final de mes y desconectar en cuanto sale de la oficina, y a mí me parece fenomenal. Por eso, si no estás seguro si un negocio online es para ti, lo mejor que puedes hacer es empezarlo en tu tiempo libre y ver qué tal. Si al cabo de un tiempo te gusta más que tu empleo actual y estás generando suficientes ingresos, entonces puedes hacer el cambio.
Obviamente, no siempre se puede probar antes de elegir. A veces hay que lanzarse al vacío sólo con la información que nos han contado otros que ya lo hicieron. En ese caso, el siguiente punto te será de extrema utilidad.
NOTA: Vivir al Máximo no recomienda aplicar la técnica del test simultáneo con tu pareja, ni se responsabiliza de los resultados de los resultados que esto pueda acarrear.
5. Recuerda siempre tu por qué
La mayoría de la gente vive en piloto automático. Hacen ‘lo que hace todo el mundo’, o se dejan llevar por su primer impulso.
Un día se levantan de la cama, no les gusta lo que ven a su alrededor y entonces se preguntan: ¿cómo narices he acabado aquí?
Para evitarlo, ten muy claro por qué haces lo que haces.
Cuando tomas una decisión importante como cambiar de trabajo, no puedes dejarte llevar por tu primer impulso ni imitar a los demás. Tienes que pensar por ti mismo y tener claro POR QUÉ has tomado esa decisión si es que acabas tomándola. Aquí no valen medias tintas: debes tenerlo brutalmente claro. Aun así, inevitablemente te surgirán dudas, pero si estás conectado a ese POR QUÉ no podrán contigo.
En mi caso, dejé mi trabajo porque sabía que no era compatible con el estilo de vida que quería llevar en el futuro. Si de verdad quería tener tiempo para viajar o para recoger a mis hijos del cole, sabía que tarde o temprano me iba a tocar hacer algo diferente.
Si estás en un callejón sin salida, no deberías tener problema para encontrar tus POR QUÉs, y creo que el último post te di unas cuantas ideas J
Conclusiones
Volviendo al comentario de Daniel sobre cómo lidiar con el periodo de transición y las dudas al que a veces nos toca enfrentarnos después de hacer un gran cambio: creo que más que usar técnicas especiales, lo ideal es trabajar tus creencias y meditar bien tu decisión antes de tomarla.
Este es un resumen de mis recomendaciones al respecto:
Por último, añadir dos que si a pesar de todo las cosas no te salen como esperabas y tienes que volver a la casilla de salida o incluso a una situación peor, no tienes por qué avergonzarte ni vivir el resto de tu vida arrepentido repitiéndote a ti mismo a diario que eres un inútil.
La hierba siempre parece más verde al otro lado, y es muy fácil mirar hacia atrás y pensar que todo era más fácil de lo que realmente fue. Lo hiciste lo mejor que pudiste con los conocimientos que tenías en ese momento, y deberías decirte lo mismo que le dirías a tu mejor amigo:
“Tío, no te preocupes que no pasa nada. Al menos lo intentaste. ¡Que te quiten lo bailao!”
Un abrazo y mucha suerte en tu camino.
tomado de viviralmaximo.net